Capítulo 101
Capítulo 101
Su Ci se sentía como si estuviera sentada sobre agujas y alfileres. Aquel helado de fresa en sus manos era como una papa caliente: no podía simplemente deshacerse de él, pero tampoco podía quedárselo sin más.
No le quedó más opción que empezar a comerlo.
El hombre que conducía adelante echó un vistazo por el retrovisor. Vio a la chica sosteniendo el helado de fresa, sacando la lengua y lamiéndolo con pequeños bocados.
El hombre apretó la garganta, su nuez de Adán se movió visiblemente. Su mirada era tan fría y profunda que parecía capaz de congelar el aire a su alrededor.
En ese momento, Fu Jue se inclinó hacia ella.
—Cici, ¿ese helado está rico? Dame un poco.
Fu Jue quería probar el helado que Su Ci tenía en la mano.
El siguiente segundo, el chirrido agudo de los frenos rasgó el silencio. El lujoso Rolls-Royce Phantom se detuvo abruptamente a un lado de la carretera.
Debido a la inercia, Fu Jue, que estaba a punto de probar el helado, terminó con la cara de lleno en él.
Su rostro quedó cubierto de helado, convertido en un auténtico payaso de crema.
—¡Maldición, tío! ¿Por qué frenaste de repente? —protestó Fu Jue.
Fu Nancheng respondió con indiferencia:
—Había un camión adelante, no lo vi. Bájate y lávate la cara.
No tenía más opción. Fu Jue abrió la puerta y salió del auto.
Entonces, Fu Nancheng añadió con tono despreocupado:
—Llévate el helado también. No quiero que ensucien mi coche.
—Oh… está bien —respondió Fu Jue, recogiendo el helado y sacando algunas servilletas para dárselas a Su Ci—. Cici, quédate aquí, limpiaré esto y volveré enseguida.
Ahora, dentro del lujoso automóvil solo quedaban tres personas.
El ambiente se tornó sutilmente opresivo.
Su Ci sintió la presión en el aire y quiso salir a ayudar a Fu Jue. Pero en cuanto su mano tocó la puerta, la voz del hombre que estaba adelante la detuvo.
—¿Todavía no has terminado con mi sobrino?
Su Ci levantó la cabeza y miró hacia Fu Nancheng.
Él sacó un cigarro del paquete y lo sujetó entre sus labios delgados. Con ambas manos cubrió la brisa mientras encendía el encendedor. La llama rojiza titiló en la oscuridad antes de extinguirse, dejando tras de sí una bocanada de humo gris. Desde detrás de esa neblina, su mirada se posó sobre ella.
El corazón de Su Ci se apretó.
—Todavía no —respondió en voz baja.
Desde el asiento del copiloto, Su Xue intervino de inmediato:
—Cariño, Su Ci y el joven Fu acaban de empezar a salir. Están en plena etapa de enamoramiento. ¿No ves lo mucho que le gusta a él? ¿Cómo van a romper ahora? Su Ci es la novia de tu sobrino.
Fu Nancheng deslizó la ventanilla del auto hacia abajo, permitiendo que el aire frío de la noche se colara dentro. Apoyó su codo izquierdo en el marco de la puerta, mientras su otra mano, sosteniendo el cigarro entre los dedos, descansaba sobre el volante.
Desde lo más profundo de su garganta escapó una risa baja y burlona.
—Heh…
Su Ci lo miró fijamente.
Él ignoró por completo a Su Xue y, en cambio, la observó a través del retrovisor, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
—Eres una ingrata imposible de domesticar.
¿Cómo más debía haberla criado?
No importaba lo que hiciera, nunca sería suficiente.
No lo intentaría más.
Criar cualquier otra cosa sería mejor que criar a alguien como ella.
Ella era una ingrata.
El pecho de Su Ci se contrajo como si algo la hubiese picado. Un cosquilleo eléctrico y punzante recorrió su cuerpo, una sensación tan extraña que no podía describir.
Se giró y miró por la ventana.
En ese momento, Fu Jue regresó.
—Tío, ya está. Volvamos a casa.
Fu Nancheng apagó el cigarro con un leve golpe y murmuró con indiferencia:
—La noche apenas comienza. ¿Cuál es la prisa? Hoy no volvemos a casa. Nos quedaremos en un hotel.
¿Un hotel?
Su Ci sintió un escalofrío de inquietud recorriéndole la espalda.
Tenía la extraña sensación de que algo iba a pasar esta noche.
La noche sería larga.
…
Cuando llegaron al hotel de la familia Fu, el gerente salió apresurado a recibirlos.
—Señor Fu, ¿cuántas habitaciones desea que preparemos?
Su Xue se apresuró a responder:
—Cariño, nosotros nos quedamos en la misma habitación.
Fu Nancheng no discutió. Simplemente aceptó y avanzó con pasos largos hacia el ascensor.
Su Xue se giró hacia Su Ci y le sonrió con malicia.
—Su Ci, esta noche tu habitación estará justo al lado de la nuestra. Si mi esposo y yo hacemos demasiado ruido, espero que no te moleste.
Capítulo 101
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El poderoso CEO solo ama a su esposa sustituta
Ella era una joven humilde del campo, considerada la «payasa» de la familia, obligada a casarse en lugar de su hermana con Fu Nancheng, el hombre más poderoso de Ye City.
De día, vivía...
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