Capítulo 111

Capítulo 111

Su Ci se quedó helada. ¿Fu Nan Cheng iba a casarse con Su Qian Rou?

¿Pensaba quedarse con las dos hermanas Su?

Su Ci no sabía cómo él y Su Qian Rou habían terminado juntos ni qué historia compartían. Pero nada de eso tenía que ver con ella.

Ahora, ella y ese hombre ya no tenían ninguna relación.

—Ying Ying, estoy un poco cansada, me iré a dormir —dijo Su Ci antes de entrar directamente a su habitación.

A un lado, Fu Nan Cheng se quedó en silencio.

Ni siquiera pudo ver ninguna reacción en su rostro. Es más, ella lo ignoró por completo. Desde que volvió, ni siquiera le había dirigido una mirada.

…

Fu Nan Cheng regresó a su habitación, se dio una ducha fría y se acostó en la cama. Sacó su teléfono y abrió la conversación con Su Ci en WeChat.

Le envió un mensaje: “¿Otra vez de cita con mi sobrino esta noche?”

No obtuvo respuesta.

Le mandó otro: “¿Ya terminaron?”

Pero antes de enviarlo, se dio cuenta de que no podía: Su Ci lo había bloqueado.

Al instante, Fu Nan Cheng buscó su número y le llamó, decidido a preguntarle qué significaba eso.

Pero tampoco pudo comunicarse: Su Ci también había bloqueado su número.

Fu Nan Cheng: “…”

¿Ahora la que había sido su sustituta se creía con derecho a ignorarlo?

Molesto, abrió la conversación con Fu Ying Ying y le escribió: “Voy a casarme con Su Qian Rou. ¿Su Ci ha dicho algo?”

Fu Ying Ying respondió de inmediato: “Sí, dijo que te desea felicidad.”

Fu Nan Cheng: “¿?”

Fu Ying Ying le envió una captura de pantalla de su conversación con Su Ci:

—“Ci Ci, mi tío realmente va a casarse con Su Qian Rou.”

—“Oh. Felicidades por su segundo matrimonio.”

Fu Nan Cheng: “…”

¡Esta Su Ci!

Arrojó el teléfono a un lado, sin saber si reír o enfurecerse.

Cuando era su sustituta, al menos se comportaba bien. Ahora que ya no lo era, simplemente lo ignoraba por completo.

Como había dicho Song Zi Lin, ¿qué se creía?

¡Maldita sea! El idiota era él.

…

Su Ci había quedado con alguien. Su mejor amiga, Lin Jiao Jiao, acababa de regresar del extranjero.

Lin Jiao Jiao, la hija mimada de la familia Lin, llevaba un elegante vestido negro con incrustaciones de pedrería. Su cabello rizado color té caía despreocupadamente sobre sus hombros, y su rostro, con labios rojos y dientes perfectos, irradiaba un encanto deslumbrante.

Se quitó las gafas de sol y, al ver a Su Ci, la abrazó con fuerza, envolviéndola con su cuerpo suave y esbelto.

—“¡Ci Ci, te extrañé tanto! Ven aquí, dame un beso.”

Su Ci sonrió y la apartó suavemente.

—“Ya, ya. Suéltame. Vamos, te invito a comer.”

—“¡Sí~!”

Las dos amigas llegaron al restaurante, y Lin Jiao Jiao tomó del brazo a Su Ci mientras caminaban.

—“Ci Ci, escuché que esa impostora de Su Qian Rou ya regresó. Su familia también está aquí comiendo.”

—“Estos años se ha esforzado mucho. Ahora es sobresaliente en todo. Además, con la fama de ser una ‘genio perfumista’, la llaman la primera dama de Ye Cheng. Se ha convertido en toda una celebridad.”

—“Solo con publicar cualquier tontería en sus redes sociales, ya tiene 6 millones de seguidores. Y son fanáticos devotos. Ahora que ha vuelto de sus estudios en el extranjero, su popularidad está por las nubes.”

Justo en ese momento, escucharon la conversación emocionada de unas personas cercanas.

—“Dicen que la primera dama de Ye Cheng, Su Qian Rou, está aquí. ¡Vamos a verla!”

Su Ci miró en esa dirección.

En un lujoso salón privado, la anciana de los Su, Su Chang Rong y Li Lan rodeaban a Su Qian Rou, llenándola de atenciones. La familia parecía completamente feliz y armoniosa.

En ese momento, alguien más llegó.

Era la señora Song.

El rostro arruinado de la señora Song ya se había curado, así que se había quitado la mascarilla y parecía de excelente humor.

—“¿Dónde está Qian Rou? Quiero ver a mi salvadora.”