Capítulo 14
Capítulo 14
No existía el momento más vergonzoso, solo uno peor.
La posición en la que se encontraba Su Ci era tan embarazosa que su rostro ardía como fuego, y su corazón latía fuera de control.
El rostro de Fu Nancheng estaba completamente oscuro. Con la mandíbula apretada y una expresión gélida, dejó escapar unas palabras escalofriantes desde lo profundo de su garganta:
—Su Ci, ¿lo hiciste a propósito?
—Yo… ¡Yo no! Mi cabello se enredó en el botón de tu bata… Ahora mismo lo soltaré… —Su Ci levantó la mano para intentar liberar su cabello.
Pero en ese momento, Fu Nancheng sintió cómo sus pequeñas y suaves manos rozaban su piel a través de la tela.
Esas diminutas, pálidas y delicadas manos estaban tocándolo por la cintura de una manera totalmente errática.
A pesar de la barrera de la ropa, pudo sentir cada roce como una corriente eléctrica recorriendo su cuerpo, haciendo que su musculatura se tensara de manera instintiva.
—Su Ci… ¿Dónde demonios estás poniendo las manos?
Su Ci no podía ver bien dónde estaba atascado su cabello y, sumado a la vergonzosa posición en la que se encontraba, estaba completamente desorientada. Sus manos se movían torpemente sin saber exactamente dónde tocar.
Cuando escuchó su tono frío y amenazante, finalmente se dio cuenta de que sus manos habían estado recorriendo su abdomen.
Los músculos marcados de su torso y los duros contornos de su abdomen la hicieron reaccionar de inmediato. Se apartó rápidamente, pero su mente fue invadida por el recuerdo de aquella noche en la suite presidencial, cuando se había lanzado sobre él sin ningún tipo de control.
Demasiado vergonzoso.
—¡Ya no te toco! Pero… ¿puedes ayudarme a soltar mi cabello?
Fu Nancheng no tenía la menor intención de hacerlo.
Este desastre lo había causado ella, y él no estaba interesado en arreglarlo. Pero si seguían enredados de esa forma, las cosas solo podían ir en una dirección peligrosa.
Con un tirón brusco y sin la menor delicadeza, liberó su cabello de su bata y, sin dudarlo, se apartó de la cama.
—¡Lárgate de mi cama! —rugió.
Su Ci saltó rápidamente, quedando de pie frente a él.
Los ojos de Fu Nancheng eran oscuros y profundos, como una tormenta en plena furia, con destellos de ira ardiente reflejándose en su mirada.
Su aura era tan intensa que apenas se podía respirar en la habitación.
Su Ci sabía que estaba en falta. Se apresuró a explicar:
—Joven maestro, yo no sabía que esta era tu habitación. Dijiste que me mantuviera alejada de tu sobrino, así que entré aquí para esconderme de él… y, sin querer, terminé en tu cama…
Fu Nancheng la interrumpió con frialdad:
—Te dije que te alejaras de mi sobrino, no que vinieras a seducirme.
¿Seducirlo?
Su Ci negó de inmediato.
—¡No lo hice!
Sin previo aviso, Fu Nancheng levantó la mano y la empujó contra la pared, sujetándola por los hombros con firmeza.
El impacto la hizo fruncir el ceño por el dolor.
¡Bang!
La mano de Fu Nancheng se apoyó en la pared junto a su rostro, inclinando su cuerpo sobre ella, encerrándola completamente entre su presencia dominante.
—¿Aún lo niegas? —su voz era tan fría como el hielo—. Entonces dime, ¿te fuiste a una habitación de hotel con Sun Quan?
Su Ci se quedó atónita.
¿Así que lo había visto?
—Yo solo…
—No me interesa escuchar tus excusas —la cortó sin piedad—. Por un lado, mantienes a mi sobrino enganchado, por el otro, te metes a un hotel con Sun Quan. Y ahora, terminas en mi cama.
Sus labios se curvaron en una sonrisa helada.
—Dime, Su Ci, ¿te gusta tanto seducir hombres? ¿Acaso no sabes lo que significa la vergüenza?
Su tono gélido y cruel estaba cargado de burla y desprecio.
Así era como él la veía.
Para él, no era más que una mujer sin vergüenza que disfrutaba de coquetear con los hombres.
Su Ci lo miró y, de repente, sonrió con labios carmesí.
—Si te estoy seduciendo, ¿por qué estás tan enojado? ¿Acaso… te dejaste seducir?
Fu Nancheng se tensó.
—¿Qué tonterías estás diciendo?
Su Ci arqueó una ceja con aire provocador.
Sus ojos, normalmente puros y brillantes, ahora reflejaban un destello de seductora picardía.
—¿No es así? Mírate. Estás actuando como si hubieras caído en la trampa, pero te enfurece que haya sido yo quien lo haya conseguido.
La mirada de Fu Nancheng se oscureció peligrosamente.
En un solo movimiento, levantó la mano y la sujetó por el cuello con firmeza.
—Su Ci… ¡¿Quieres morir?!
Capítulo 14
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El poderoso CEO solo ama a su esposa sustituta
Ella era una joven humilde del campo, considerada la «payasa» de la familia, obligada a casarse en lugar de su hermana con Fu Nancheng, el hombre más poderoso de Ye City.
De día, vivía...
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