Capítulo 15

Capítulo 15

Su Ci no podía respirar.

Su pequeño rostro se puso rojo en cuestión de segundos mientras miraba al hombre frente a ella.

Él parecía una bestia enfurecida, aterrador hasta el extremo.

—¡Suéltame! —luchó con todas sus fuerzas.

Fu Nancheng la miraba con frialdad, sus ojos inyectados en sangre y llenos de una peligrosa oscuridad. No tenía la menor intención de soltarla.

La sensación de asfixia se hacía cada vez más fuerte.

¿Realmente quiere matarme?

Su Ci no quería morir así, aún tenía muchas cosas que hacer. De repente, un pensamiento cruzó su mente.

Sin dudarlo, se inclinó hacia adelante y besó los labios del hombre.

Fu Nancheng se quedó completamente rígido.

¡¿Ella… lo besó?!

Su primer instinto fue apartarla de inmediato. Pero…

Sus labios eran suaves, dulces y frescos, con un aroma embriagador.

Tan adictivo.

Además, ¿por qué… se siente tan similar a aquella noche?

Aprovechando su distracción, Su Ci lo empujó con fuerza y saltó hacia un lado, alejándose de él.

El rostro de Fu Nancheng se oscureció aún más.

Estoy enloqueciendo.

¿Cómo pude pensar que esta sirvienta, que se la pasa coqueteando con los hombres, podría ser la misma chica de aquella noche?

Ella no es tan pura como lo era esa chica.

Esa noche, la chica era Su Xue, no ella.

Con una expresión de disgusto, arrancó unas servilletas y se frotó los labios con fuerza, como si quisiera borrar cualquier rastro de ese beso. Luego, arrugó el papel y lo arrojó al basurero.

Su Ci lo miró, viendo claramente el desprecio en sus ojos.

¿Realmente me considera tan repugnante?

—Esta es la última vez. Si vuelves a subirte a mi cama, no vivirás para ver el amanecer.

Hizo una pausa antes de continuar con frialdad:

—Y aunque me gustaran las mujeres, solo me fijaría en las bonitas. No te hagas ilusiones. No tengo el menor interés en una payasa como tú.

—¡Lárgate!

Sus palabras, frías y crueles, cayeron sobre ella como un puñal.

Su Ci no respondió. Simplemente, se dio la vuelta y se fue.

Fuera del hotel Yunli, Su Ci entró en el baño y se lavó la cara con agua fría.

Cuando salió, tomó aire profundamente.

No volveré a este hotel nunca más.

No le importaba que Fu Nancheng la despreciara.

Después de rescatar a su abuela, desaparecería de su mundo.

—¡Pequeña payasa!

Una voz familiar la hizo fruncir el ceño.

Cuando miró al frente, vio a Fu Jue corriendo hacia ella con una gran sonrisa.

Este tipo…

Después de todo lo que hizo para evitarlo, aún así la encontró.

—Fu Shao, ¿me estabas buscando? —preguntó con una expresión indiferente.

Fu Jue la miró con entusiasmo.

—Por supuesto. Ahora eres mi novia. ¡Vamos! Te llevaré a una cita.

—…

Su Ci suspiró y aclaró:

—Fu Shao, yo no escribí esa carta de amor. Si no me crees, podemos comparar la letra. Además, no me gustas. Nunca seré tu novia. Tengo cosas que hacer. Me voy.

Cuando intentó marcharse, Fu Jue la miró con sorpresa y exclamó:

—¡Espera! ¡Tu cara…!

Su Ci se quedó helada.

¡Maldición!

Se había lavado la cara en el baño y… su maquillaje se había borrado.

Intentó cubrirse el rostro, pero ya era demasiado tarde.

Fu Jue se acercó y con un solo movimiento, limpió por completo los restos de la cicatriz falsa.

Frente a él, apareció un rostro deslumbrante, delicado como la porcelana, de una belleza que quitaba el aliento.

Los ojos de Fu Jue se agrandaron con incredulidad.

—¡Dios mío, Su Ci! ¡Eres tan hermosa! ¿Por qué te disfrazaste de fea?

Su Ci estaba en shock.

Nadie debía descubrir esto…

Y ahora, el sobrino de Fu Nancheng lo sabía.

Si le contaba… No solo no vería el sol de mañana, ni siquiera el de hoy.

—Su Shao ha llegado.

Justo en ese momento, una imponente figura salió del hotel Yunli.

Era Fu Nancheng.

Llevaba un elegante traje negro y bajó las escaleras con pasos firmes y dominantes.

El secretario Song ya había abierto la puerta trasera del Bentley, listo para que subiera.

Su Ci contuvo la respiración.

Está bien… No me ha visto…

Pero entonces, Fu Jue gritó con entusiasmo:

—¡Tío! ¡Tío! ¡Rápido! ¡Mira la cara de Su Ci!

Los pasos de Fu Nancheng se detuvieron.

Sus ojos profundos se fijaron directamente en ella.