Capítulo 2
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Capítulo 2
Una chica humilde del campo
Su Ci sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Por fin entendía la razón de todo… Resulta que Fu Nancheng era el líder absoluto de la familia Fu.
No era de extrañar que Su Xue apareciera aquí y estuviera tan desesperada por recuperar su identidad como la «Señora Fu».
La familia Fu era la élite más poderosa y misteriosa de Ye City. En la actualidad, nadie en la ciudad desconocía la existencia de su gobernante, un hombre del que se decía que era frío y distante, de una nobleza innata y una belleza sin igual. Era considerado el dios más joven del mundo empresarial.
Su Xue había soñado con casarse con él toda su vida. Sin embargo, cuando la familia Fu pidió su mano en matrimonio hace dos años, la única persona que apareció fue Fu Nancheng, un hijo ilegítimo.
Por eso, Su Xue la obligó a casarse en su lugar.
Los ojos claros y fríos de Su Ci la miraron fijamente. “Entiendo.”
Justo en ese momento, Su Xue levantó la mano y limpió el maquillaje de la mejilla derecha de Su Ci, revelando una cicatriz larga y aterradora.
Las dos eran idénticas, pero Su Ci tenía esa marca en su rostro, por lo que siempre debía cubrirla con maquillaje cuando la suplantaba.
Al final, Su Ci no era más que una «payasa del campo», mientras que Su Xue era la belleza número uno de Ye City.
—Señora, el joven amo ha regresado —anunció una sirvienta en ese momento.
¡Fu Nancheng había vuelto!
Su Xue le lanzó una mirada de advertencia a Su Ci, se arregló el vestido y corrió a recibirlo con entusiasmo y coquetería.
Las puertas de la mansión se abrieron de golpe y un viento helado irrumpió en la estancia, junto con una silueta alta y elegante.
Su Ci alzó la mirada y lo vio.
El hombre llevaba un traje negro hecho a medida, perfectamente planchado y sin una sola arruga, reflejando su posición suprema y su porte frío y aristocrático.
Y era increíblemente guapo.
Sus facciones parecían esculpidas por los dioses, y su perfil era digno de una portada de revista en blanco y negro, desprendiendo un aura helada y sofisticada.
Era él.
El hombre de la habitación.
Los recuerdos de la noche anterior la asaltaron como una tormenta: su respiración agitada, la calidez abrasadora de su piel… Sus pestañas temblaron con nerviosismo, y rápidamente bajó la cabeza.
—Cariño~ —Su Xue se lanzó sobre él con una voz melosa—. Anoche en el hotel me hiciste tanto daño~
Pero no llegó a tocarlo.
Fu Nancheng la sujetó del brazo con firmeza y habló con un tono gélido:
—¿Te atreviste a jugar conmigo? Si quieres morir, solo dilo.
El dolor fue tan intenso que Su Xue sintió que le rompería el brazo. Aterrorizada, trató de justificarse:
—E-Espera, cariño, déjame explicarte. Fue la anciana de la familia la que insistió en que consumáramos el matrimonio… Ella fue quien me dio la llave de tu habitación y también… me drogó. ¡Yo también soy una víctima!
¡Otra vez la anciana!
Fu Nancheng frunció el ceño con molestia.
Su Ci, que se había mantenido en un rincón discreto, observaba la escena con el corazón encogido.
Había escuchado innumerables historias sobre la crueldad del líder de la familia Fu en el mundo de los negocios, sobre su poder absoluto y su falta de piedad. Era un hombre temido por todos.
Si descubría que había sido ella quien lo había «tomado» la noche anterior… estaría condenada.
No podía quedarse más tiempo.
Sin hacer ruido, giró sobre sus talones para marcharse.
Pero, de repente, Fu Nancheng notó algo.
Alzó la mirada y sus ojos se clavaron en su esbelta silueta.
—¡Detente!
El cuerpo de Su Ci se tensó y su corazón comenzó a latir con fuerza.
¿Se había dado cuenta?
Fu Nancheng avanzó con pasos largos y firmes hasta colocarse frente a ella.
—¿Quién eres? Levanta la cabeza.
Su presencia era tan abrumadora que Su Ci no tuvo más opción que obedecer.
Despacito, alzó la mirada.
Lo primero que él vio fueron sus ojos.
Eran de un negro profundo y brillante, como si guardaran mil secretos. Fríos y misteriosos, pero a la vez increíblemente cautivadores.
Los ojos de Fu Nancheng se oscurecieron.
Eran los mismos ojos que había visto anoche en su habitación.
Llenos de agua. Tan suaves que con un solo roce podrían derretirse.
Sus labios se curvaron levemente mientras su voz adquiría un filo peligroso:
—Eres tú.
¡Maldición!
¡La había reconocido!
Capítulo 2
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El poderoso CEO solo ama a su esposa sustituta
Ella era una joven humilde del campo, considerada la «payasa» de la familia, obligada a casarse en lugar de su hermana con Fu Nancheng, el hombre más poderoso de Ye City.
De día, vivía...
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