Capítulo 3
Capítulo 3
Criada
Su Ci sintió un nudo en el corazón. De repente, recordó que el amo de la familia Fu siempre había sido indiferente a las mujeres. Su rostro, siempre serio y distante, lo hacía parecer alguien ajeno a las emociones, una flor intocable en la cima de la montaña.
¿No sería posible que… ella le hubiera quitado su virginidad?
No era de extrañar que estuviera tan enojado.
Al principio, sí, fue ella quien tomó la iniciativa, pero luego, cuando él despertó, la apartó de un manotazo, se volteó y tomó el control…
Su Ci sintió que las marcas de mordiscos en su cuello y clavícula ardían como fuego, y hasta los dolores y molestias en su cuerpo se volvieron más intensos.
—¡Cariño, te has confundido de persona! Esta es Su Ci, la nueva sirvienta —exclamó Su Xue al ver que la situación no pintaba bien. Luego, fulminó a Su Ci con la mirada. ¡Maldita perra! Siempre intentando seducir a los hombres. ¡Debería mirarse al espejo y ver lo fea que es!
—¿Una sirvienta? —Fu Nancheng la miró desde arriba, con una expresión inescrutable, como si la estuviera analizando.
Bajo la mirada de ese hombre, hasta Su Ci sintió que su corazón se aceleraba. Aun así, levantó la cara con tranquilidad y, a propósito, dejó completamente visible la larga cicatriz que recorría el lado derecho de su rostro.
—Señor, se ha confundido. No lo conozco. Soy solo una sirvienta de esta casa.
Fue entonces cuando Fu Nancheng notó la cicatriz en su rostro. Se extendía desde la parte superior de su mejilla hasta abajo, luciendo grotesca y llamativa, arruinando cualquier rastro de belleza.
Frunció ligeramente el ceño. Esa cara… no era la misma.
—Entonces, ¿por qué estabas corriendo?
—Señor, no corría. Solo iba a la cocina a trabajar.
Fu Nancheng la miró fijamente durante unos segundos. La cara que había visto en su habitación era la de Su Xue.
Pero ahora Su Xue estaba a su lado, lo que significaba que, increíblemente, había confundido a una simple sirvienta con ella.
—Puedes retirarte.
—Sí, señor. —Su Ci se dio la vuelta y entró a la cocina.
Fu Nancheng dejó a Su Xue y subió las escaleras.
Su Xue entró furiosa a la cocina y encontró a Su Ci.
—¡Te advierto, Su Ci! ¡Mantente alejada de mi esposo!
Su Ci la miró con indiferencia.
—No tengo problema con eso. Puedo irme de inmediato de Yuyuan, pero ustedes deben liberar a mi abuela.
—… La misión aún no ha terminado. Ya le dije que eres solo una sirvienta aquí. Si de repente desapareces, mi esposo sospechará. Por ahora, debes seguir trabajando aquí.
¿Seguir siendo una sirvienta en esta casa?
El recuerdo de la mirada fría y escrutadora de Fu Nancheng aún la hacía temblar. No quería quedarse.
Pero cuando pensó en su abuela, se dio cuenta de que no tenía otra opción.
—Su Xue, más te vale hacer todo lo posible para asegurarte de que te quedas con el título de señora Fu. No querrás que me quede aquí para ver cómo te derrumbas, ¿verdad?
—…
Su Xue miró sus ojos claros y brillantes, llenos de un magnetismo inexplicable. Quería arrancárselos.
¿Cómo podía una fea tener unos ojos tan hermosos?
En realidad, su rostro era producto de una cirugía. Años atrás, había pagado una fortuna a un cirujano de renombre, quien le comentó que alguna vez había visto a una joven de una belleza excepcional en las calles de la capital imperial. Su Xue le pidió que su rostro fuera moldeado con base en esa joven.
Pero cuando Su Ci fue traída del campo, con su rostro parcialmente cubierto por una cicatriz, descubrió algo aterrador: la parte no dañada de su cara era exactamente igual a la suya.
¿Podría ser que Su Ci fuera aquella joven de la capital imperial?
¡Imposible!
Ella era solo una pueblerina insignificante. Probablemente ni siquiera sabía dónde estaba la capital imperial.
Los celos ardientes en los ojos de Su Xue se fueron apagando poco a poco. De nada servían unos ojos bonitos si su rostro estaba desfigurado. Fea era y fea seguiría siendo.
—¡Horrenda! —espetó con desprecio antes de salir contoneándose.
Afuera, le dio instrucciones a la ama de llaves.
—Asigna a Su Ci la habitación más pequeña de las sirvientas y dale el trabajo más sucio y pesado.
Su Ci regresó a la habitación asignada para las sirvientas. Se sentó frente al espejo y observó la larga cicatriz en su rostro.
En realidad…
Capítulo 3
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El poderoso CEO solo ama a su esposa sustituta
Ella era una joven humilde del campo, considerada la «payasa» de la familia, obligada a casarse en lugar de su hermana con Fu Nancheng, el hombre más poderoso de Ye City.
De día, vivía...
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