Capítulo 45
Capítulo 45
Su Ci se quedó paralizada en el lugar, su pequeño rostro enrojeció y palideció al mismo tiempo. En sus oídos aún resonaba la última palabra que él le había dicho.
No podía creerlo.
Él la había humillado con ese término.
Siempre había pensado que un hombre de su estatus, con su nivel de educación y refinamiento, jamás utilizaría ese tipo de lenguaje.
—¿Qué haces ahí parada? ¡Vámonos! —ordenó él, dándose la vuelta para marcharse.
Fu Yingying, asustada, tiró de la mano de Su Ci.
—Ci Ci, ¿qué te dijo mi tío?
—Nada… Yingying, bajemos.
Las dos siguieron a Fu Nancheng fuera de la pista de baile.
Fu Nancheng había decidido llevarlas de regreso a casa. Su Ci y Fu Yingying no se atrevieron a oponerse, pero justo cuando se dirigían hacia la salida, se encontraron con algunos compañeros de la universidad.
—¡Su Ci, Yingying, qué coincidencia! ¿También vinieron a divertirse? Vengan, juguemos juntos un rato.
Fu Yingying, emocionada por la invitación, miró a su tío con ojos suplicantes.
—Tío, ¿podemos jugar un rato con ellos y luego nos vamos? Por favor…
Fu Nancheng apretó los labios con evidente molestia.
Justo en ese momento, su asistente, Song, llegó con unos documentos urgentes que necesitaban su revisión. Fu Nancheng frunció el ceño y, tras una breve pausa, accedió con voz seria.
—Solo un rato.
—¡Gracias, tío!
Su Ci y Fu Yingying se sentaron con el grupo. No tardaron en empezar los murmullos entre las chicas.
—Yingying, ¿ese es tu tío? ¡Dios, qué guapo es! ¿Cómo es que nunca mencionaste que tenías un tío así?
—Yingying, ¿puedo agregarlo a WeChat?
—No creo que puedas. Se ve demasiado frío y serio… Es tan distante y reservado.
Su Ci levantó la vista y lo observó.
Fu Nancheng estaba apartado, revisando los documentos mientras su asistente permanecía a su lado. Llevaba una camisa negra con las mangas remangadas hasta los codos, dejando al descubierto sus firmes antebrazos. En su muñeca brillaba un costoso reloj de acero.
Cada detalle en su apariencia gritaba lujo. Solo su ropa ya valía millones.
Las luces de neón del bar teñían su figura con reflejos de colores vibrantes, pero en lugar de hacer que se viera vulgar o fuera de lugar, su presencia mantenía un aire de elegancia inquebrantable, una frialdad casi inalcanzable. Era el tipo de hombre que capturaba la atención sin siquiera intentarlo.
Las chicas no podían evitar mirarlo de reojo. Sus rostros jóvenes, llenos de colágeno, se sonrojaban solo con su presencia.
Era un auténtico imán.
Su Ci recordó de repente la noche anterior, cuando había despertado entre sus brazos. Su cuerpo medio inclinado sobre ella, su respiración en su piel, sus labios sobre los suyos…
Era probable que ninguna otra persona lo hubiera visto en esa faceta.
La que solo ella conocía.
Porque, aunque a simple vista parecía un hombre serio y reservado, en la intimidad era todo lo contrario.
Era tanto frío como ardiente.
El contraste era su mayor peligro.
Su mente la traicionó con otro recuerdo: la frase que él le había susurrado en la pista de baile.
“Su Ci, sabes moverte muy bien… te contoneas de una forma realmente… provocativa.”
Sacudió la cabeza, tratando de borrar esa voz de su mente justo cuando alguien anunció el inicio de un juego.
—Vamos a jugar «Verdad o Reto». En esta ronda será solo verdad. Repartiré las cartas, y quien tenga la carta más alta podrá hacerle una pregunta al que saque la carta más baja.
—¡Vale!
El juego comenzó y las cartas fueron distribuidas.
Su Ci tuvo mala suerte.
Sacó la carta más baja.
El jugador con la carta más alta resultó ser un chico.
—Su Ci, ahora me toca hacerte una pregunta —dijo con una sonrisa traviesa—. Dime… ¿aún conservas tu primera vez?
El ambiente se encendió de inmediato.
—¡Vaya! ¡Empezamos fuerte!
Los demás comenzaron a reír y a animar la situación.
Su Ci se quedó en blanco.
¿Por qué tenían que preguntar algo así?
—Ci Ci, es un juego de verdad o reto. ¡Tienes que responder! —dijo Fu Yingying con curiosidad.
Su Ci miró a todos, tomó aire y contestó con sinceridad.
—No.
Un silencio breve y, de inmediato, estallaron las exclamaciones.
—¡Vaya, Su Ci! No lo aparentabas, pero resultaste ser bastante liberal.
Ella sonrió con incomodidad.
Fue en ese instante cuando sintió una mirada helada y penetrante clavada en ella.
Su piel se erizó al instante.
No necesitaba volverse para saber de quién era.
Capítulo 45
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El poderoso CEO solo ama a su esposa sustituta
Ella era una joven humilde del campo, considerada la «payasa» de la familia, obligada a casarse en lugar de su hermana con Fu Nancheng, el hombre más poderoso de Ye City.
De día, vivía...
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