Capítulo 60

Capítulo 60

Fu Nancheng levantó lentamente los párpados y miró a Song Zilin con indiferencia. “¿Tienes algo que decir?”

Vaya, mejor que no hubiera dicho nada. Song Zilin cerró la boca de inmediato.

Todos podían notar que este señor no estaba de buen humor. Nadie sabía quién lo había molestado esta vez.

En ese momento, Wen Shaoqian se ajustó las gafas de montura dorada y señaló a una chica de cabello largo y liso. “Ve con el señor Fu y ayúdalo a jugar sus cartas.”

La joven ya tenía la mirada pegada a Fu Nancheng. Un hombre maduro y apuesto, además de ser la persona más poderosa de Ye City. Su porte noble y distinguido lo hacía destacar incluso entre los ricos y poderosos que lo rodeaban.

Tuvo suerte de ser elegida por el señor Wen para atenderlo. Las demás anfitrionas en la sala la miraron de inmediato con envidia.

La chica se acercó tímidamente y le habló con una voz suave y dulce. “Señor Fu, déjeme ayudarle con sus cartas~”

Wen Shaoqian miró a Fu Nancheng. “¿Qué te parece este tipo?”

Fu Nancheng lazó una carta perezosamente sobre la mesa y luego giró la cabeza para mirar a la chica a su lado. Era hermosa, con un maquillaje sutilmente seductor, el estilo de belleza inocente y provocativa que estaba de moda últimamente.

Le dedicó una breve evaluación. “Bastante pura.”

La joven se sonrojó al instante, y su mirada hacia él se volvió aún más embelesada.

Wen Shaoqian arqueó una ceja. “¿No te gusta este tipo de chicas con cabello largo y liso, de apariencia inocente?”

Song Zilin intervino con entusiasmo. “Hermano, ¿qué tipo de mujeres te gustan realmente? Wen y yo hemos estado preocupados por tu felicidad. ¡Todos han intentado meterte mujeres en la cama, pero tú nunca te has interesado en ninguna! ¿Qué tal un tipo más sexy? Hay una modelo llamada Su Wan’er, tiene las piernas más hermosas de Ye City. ¿Te gustaría conocerla?”

Fu Nancheng fumaba su cigarro sin siquiera responderle. Solo le lanzó una mirada fría a Wen Shaoqian.

Song Zilin se quedó boquiabierto. “¡Vaya! ¿No me digas que Wen acertó y realmente te gustan las chicas con cabello largo y liso?”

La verdad era que nadie sabía qué tipo de mujer le gustaba Fu Nancheng. En todos estos años, nunca había mostrado interés en nadie.

Y ahora, su actitud reservada hacía que todos se preguntaran si realmente prefería ese tipo de belleza.

La joven a su lado no podía esperar más. “Señor Fu~ Déjeme ayudarle con las cartas. Solo dígame cuál quiere jugar, yo lo haré por usted~”

Fu Nancheng permaneció impasible. “Mis manos funcionan perfectamente.”

“……”

La chica quedó en silencio, rechazada sin piedad. Sus ojos se humedecieron de la vergüenza.

Song Zilin suspiró. Nada, no le gustó.

En ese momento, el teléfono de Fu Nancheng vibró con un mensaje.

Lo desbloqueó y vio que era de Fu Yingying.

«Tío, Cici ya llegó.»

Fu Nancheng entrecerró los ojos y dio una calada profunda a su cigarro.

Wen Shaoqian, quien lo conocía de toda la vida, notó algo. “¿Qué pasa? ¿Por fin encontraste a alguien que te gusta?”

Fu Nancheng volvió a fumar en silencio.

Wen Shaoqian sonrió. “No me digas que finalmente vas a dejar la soltería.”

Song Zilin inhaló bruscamente. Si su hermano realmente había caído, significaba que esa mujer debía ser algo extraordinario. Protestó de inmediato. “¡Hermano, qué injusto! Si tienes una mujer, al menos preséntanosla. Tráela a divertirse con nosotros.”

Fu Nancheng dejó el cigarro entre sus labios y entrecerró los ojos.

Justo en ese momento, desde fuera de la sala privada, se escuchó la voz de un camarero.

“Señorita Su, por aquí, por favor.”

Su Ci había llegado.

Fu Nancheng levantó la mirada y la dirigió al pasillo. Con una sola ojeada, la vio.

Su Ci aún llevaba puesto su uniforme escolar, ya que no había podido entrar a casa para cambiarse. Llevaba una blusa corta blanca y una falda azul clara. Sus medias blancas le llegaban justo debajo de las rodillas y en los pies llevaba unos zapatos de punta redonda, el típico atuendo de una estudiante buena y obediente.

Con su largo cabello oscuro cayendo naturalmente sobre sus hombros y su aire naturalmente frío y etéreo, el uniforme le daba un toque aún más inocente. Mientras caminaba por el pasillo, la gente no dejaba de voltear a mirarla.

Entre el humo que llenaba la sala, Fu Nancheng frunció el ceño.